Recuerdo que tenía el corazón encogido. No solo porque no fuéramos a separar tantos meses, sino porque no sabía lo que se iba a encontrar allí. Si se iba a adaptar bien, si le entrarían ganas de volver corriendo a casa.
Casi seis meses que han volado. En los que hemos tenido momentos mejores y peores, pero la experiencia no ha sido tan traumática como cabía esperar. Al menos para los niños, que lo han llevado realmente bien.
Para mí también ha sido más sencillo de lo que pensaba gracias a la ayuda de mis padres y de mis suegros. Sin ellos, todo había sido muchísimo más complicado.
He estado muy cansada, a veces agotada. Me he cabreado, he gritado, pero también me he reído y he pasado momentos maravillosos con los grumetes.
Una experiencia que, sin duda, creo que ha merecido la pena. Aunque me alegro de que haya terminado.
Ahora tenemos por delante muchos días para recuperar parte del tiempo perdido, para reír, para volver a ser una familia.
Bienvenido Tony.
PD: Me habría gustado haber podido escribir y actualizar todos los días el cuaderno de bitácora como me propuse pero este último mes mi cuerpo me pedía descansar. Y eso he hecho. Si algún día me apetece, os contaré alguna aventura más. Pero no lo prometo.
Ahora solo me apetece desconectar y disfrutar de mi familia.