Después de tres fines de semana seguidos yendo a Segovia, esta vez ha tocado quedarse en los madriles y, como no podía ser de otra manera, resultaba imprescindible buscar un plan para entretener a los grumetes. En esta ocasión no ha tocado teatro, ni música, ni museos, ni zoo ni parque de atracciones. Hemos ido al cine. A ver una película que llevábamos meses esperando.
De hecho, cuando vimos por primera vez el trailer, el capitán aún no estaba por tierras inglesas. Taaaaachaaaaaaán… Hemos ido a ver los Angry Birds, la película.
Nuestra primera aventura cinéfila sin el capitán. Los tres solitos. Y todo ha salido según lo previsto, sin contratiempos.
Eso sí, he tomado ciertas precauciones.
1.- Ir pronto. Sí, a esas horas en las que la gente normal se echa la siesta o está atrapada por el sofá. Acaban de estrenar la película y no me apetecía ni lo más mínimo tirarme una hora de colas. Así que hemos ido a la sesión de las 5, porque a la de las 4:30 llegábamos demasiado justos.
2.- Salir con tiempo de casa. Al no estar el capitán, no utilizamos el coche. Y no, no es ninguna tragedia. El único inconveniente es que tardas un poco más en llegar a los sitios, con lo que hay que salir un poco antes de casa. Así de sencillo. Sin problema. A las 4 estábamos saliendo por la puerta de casa.
3.- Al llegar con tiempo, hemos entrado tranquilamente. Hemos ido al baño tranquilamente. Hemos pedido las palomitas, tranquilamente. Hemos buscado nuestros asientos, tranquilamente. Nos hemos sentado y preparado, tranquilamente.
Con los dos grumetes, yo sola, y en una sala del tamaño XXXXXXXXXXXXXXXXXL, cruzaba los dedos para que a ninguno de los peques les entrara ganas de ir a mear. Y afortunadamente, han aguantado como campeones.
El único pero han sido las palomitas. Me he pasado pidiendo -nos hemos puesto como el kiko- y estaban un pelín rancias. Y, la verdad, no me apetecía volver al mostrador y decírselo a la chica que me las ha servido.
Al teriminar la película, vuelta a la parada del autobús y para casa. Hemos llegado todos tan reventados que ha pasado lo inevitable.
Nicolás ha caído rendido en el sofá y Simón me ha pedido que le lleve a la cama. Ni dos minutos ha tardado en dormirse.
Ahora es mi turno. Y no sé qué hacer, si terminar de recoger la casa para tener los deberes hechos, o irme también a la cama a ver ‘Cómo defender a un asesino’.
Hoy sí que puedo dejarme atrapar por los brazos de Morfeo sin ningún problema…